De lengua, brillo y corazón
De: Patricia Suárez
Para: Jazmín Rosales
Ella es luz líquida, inasible, que inunda los infortunios y opaca la
tristeza. Se concentra y se abstrae con la misma facilidad con que sonríe. Es
un lipstick rojo en papel blanco. Es
dulce al oído aunque narre, cuente, invente, cante llore o pida auxilio. Es un
conejo saltarín de ojos profundos y alma transparente.
Envuelve entre caricias, mimos y cuidados a todos
los seres que la elijan para compartir un poco de sus vidas con ella. ¡Son
afortunados! ¡Bienaventurados!
Es de oro entre pilares, troncos y raíces; es
sustento, ánimo y cimiento; amor, comprensión y desvelo. Es la que no suelta y
no abandona, la que espera y escucha, la que entiende y concilia, la que aun
con dolor resiste y no grita.
A veces quiere ser una gran lengua, rayar en lo
prohibido y mostrarse como aquella, de colores, con calor y brillos. Vuela
entre globos, destellos e irreverencias y grita su libertad, su rebeldía y su
deseo. Y luego vuelve a ella y lo intenta paso a paso, desde su trinchera.
Encuentra su felicidad entre canciones, entre imágenes y propuestas. Se refugia
en ellos, en ella, en él, en ti, y cuando quiere vuelve a caminar sola en
compañía de aquellos que no hablan, pero a los que entiende y escucha a su
manera.
Impredecible, inconocible, inconquistable, se
dirige al éxito, al que nadie imagina. Un día romperá límites y fronteras
porque su espíritu es salvaje y está acechando, a la espera, a la espera, a la
espera…
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