domingo, 8 de marzo de 2015

Autorretratos poéticos



Autorretrato
Aldo Raboño

Soy delgado, alto. Tengo una cara ovalada; uso brackets. Tengo ojos cafés oscuros. Tengo cabello castaño oscuro y quebrado. Algo que no me gusta es mi cara porque me están saliendo muchos granos.
Soy muy explosivo, pero también soy muy noble. Soy terco y a veces perfeccionista. Me considero una persona feliz y alegre.
Me fascina andar en bicicleta. Me gustan mucho los coches y todo lo que tiene que ver con ellos, tanto mecánico como estético. Me gustan tanto que decidí estudiar Ingeniería Mecánica. La mayoría del tiempo estoy trabajando en los coches. Normalmente los fines de semana lavo los coches. Después de lavarlos me siento y me les quedo viendo. Es posible que haya personas que me consideren loco por hacer esas cosas, pero los coches los considero una parte de mí.
En las actividades de la casa podo el jardín, lo riego. Barro el patio, incluyendo el garaje. Le doy mantenimiento a la fuente y a la alberca. Mi obligación diaria es lavar los trastes de la comida, pero aunque no me gusta hacerlo,  cumplo con lo que me corresponde.
Desde hace casi dos años, soy el hombre de la casa; por lo tanto apoyo a mi mamá incondicionalmente en todo. Yo tengo un padrino en el que confío, al que veo diario y le cuento todo lo que me pasa en el día. Ya que le cuento lo que me pasó hablamos de cosas que a los dos nos resultan importantes y divertidas.
En conclusión: somos una familia pequeña, feliz. Tengo un padrino extraordinario, una mamá como no hay dos. Me considero un buen hijo. Este soy yo.






Un montón de decisiones en un frasco humano
Ana Paula Sierra González

Mi cerebro es una maleta donde cabe lo imposible. Mi mente, un océano donde puedo caminar sin hundirme en el infinito camino. Ahí habita el sentido perfecto que la vida no tiene; es ahí donde voy tras mi silencio cansada de escucharme, donde el tiempo no cuenta. Mi alma es el libro donde escribo a diario lo que hago, siento y veo, es el lienzo donde pinto mis recuerdos y mi corazón, tiempo almacenado.
El pulso son las calles vitales donde fluye la esencia. La piel, la ropa gris de cada día para afrontar lo que me tocó vivir. El cabello, la cubierta de las ideasLa cara, el libro donde están todas las verdades que la boca no me deja decir. Los ojos, las ventanas a lo desconocido, y las pupilas, la cámara que recuerda ese momento y lo hace inolvidable. La nariz, la máquina que te transporta a lugares desconocidos. Los oídos, el micrófono que te permite percibir el silencio. Los labios, el adorno de la sonrisa. La voz, el altavoz que grita contra lo injusto.
Los huesos son la estructura que me mantiene de pie todos los días por más difíciles que sean. Los brazos son las alas que me llevan hasta el mismo abismo, y las manos, los rayos que acarician y dan vida. Las piernas, la herramienta perfecta para conquistar el mundo, y los pies, el vehículo.




Andrea Toriz
Fusión extraña de conceptos
de extremidades delgadas
y pequeñas, con deseos
de que crezcan.
Soñadora, romántica
de la vida.
Conocedora de su
pequeñez ante la
inmensidad del cosmos
y a la vez de la
grandeza en sí misma.
Observadora, callada, tenue, pálida.
Maravillada por la
variedad de los colores,
de los sabores, de los
olores, de las sensaciones
que puede percibir.
Temerosa por la fragilidad
de su arete de vidrio soplado
porque sabe que puede
romperse con apenas
el roce de su duro criterio.
Se mueve como las
hojas de los arboles
suave y delicadamente.
despierta a la vida,
como una flor cuando
es tocada por el sol
y el viento.
Burócrata de la libertad,
frustrada al no ver el cambio
consumista empedernida
de la esencia del amor.

   
       Solo yo
Ilse Jazmín Rosales Herrera

Yo soy muchas cosas, yo soy lo que quiero ser y lo que podría ser. A veces soy como un diente de león. Cuando tengo problemas y ya no puedo más, siento que una simple brisa me podría despojar de todo lo que tengo; otros días me siento como una hoja, una que nadie sabe de dónde viene, esa hoja que se deja llevar por el viento y sigue un camino incierto.
Tengo tanto virtudes como defectos. Podría pasarme todo el día pensando en mí y nunca me aburriría.
En la amistad soy muy buena, o eso creo yo; cuando tengo amigos me considero como un perrito que siempre intenta hacer reír a los demás, que con el hecho de solo ver a su dueño se pone todo loco. Protejo a mis amigos con la vida si es necesario, son como tesoros para mí: cada uno de distinto material y forma, pero todos son perfectos. Son como superpoderes que llevo en mi corazón, y que cuando estoy triste, ¡bam! El superpoder de sonreír está ahí, justo a mi lado, haciéndome sonreír. Cuando me siento sola ¡pum!, de pronto todos los superpoderes están conmigo, todos diciéndome cuán especial soy.

Yo
Job García Díaz

Soy un altavoz que dispara, pero no siempre acierta. Todo fluye en mí y contengo solo lo necesario. Sin temor sería todo: agua, aire y fuego. Es difícil no escupir tierra.
Me veo como un recuerdo incompleto y un libro abierto, una taza de lágrimas y una piscina de alegrías.
Soy el cielo que en su cara tiene estrellas, y su tristeza son las nubes, y sus ideas son rayos, y la luna es su sonrisa. Soy un rompecabezas de cuatro piezas: sencillo y completo, pero si se pierde una pieza, soy inútil. El laberinto en espiral, con esfuerzo o involuntariamente, siempre llegan a mi centro.
No resalto ni me escondo, pero no discuto la soledad porque es inevitable.  
Mi piel me hace temblar cuando siente; a veces es mi debilidad, pues genera temblores desde el centro de mis entrañas. Mi cabello es como un arbusto sencillo y sin complejos, es feliz cuando soy feliz. Mis ojos y mis oídos son, sin duda, mis mayores tesoros. Estornudo y me convierto en ametralladora.
Solo extraño el grito ignorado, el lodo y los dientes desordenados, comerme el sol y jugar en océanos de hormigas.
Mi interior es una película que hace años me daba igual y ahora veo cada que tengo oportunidad, y descubro más detalles tras cada vistazo.
Soy una canción que no tiene sentido sino al escucharse varias veces.
Soy un poema difícil de escribir pero fácil de leer.
Soy una pintura abstracta.
Soy lo que soy, nada más.

Luis Enrique Domínguez

Esto es lo que nadie sabe de mí. Callo demasiadas cosas, tal vez por miedo a que me pasen. No trabajo en equipo, manadas, parvadas... Me siento a veces muy enojado, como un león enjaulado, como un búfalo agitado. Soy muy romántico y amoroso con las personas que me rodean porque me siento a gusto con ellas. Siento como si de verdad fueran las únicas personas de este mundo tan lleno de violencia, masacres, guerras, enfermedades, hambres, vicios. Pero es algo que nos toca vivir porque esto es la vida. Yo quisiera poder expresarme mejor acerca de mí pero, me da miedo lo que los demás hablen. Me dan miedo las críticas. Soy tan miedoso como los peces del mar que huyen de las personas. Quisiera poder decir siempre lo que siento o pienso pero sé que muchos zopilotes van a hablar y me da miedo. Soy tímido, tímido como los camaleones que cambian de color. Yo trato de cambiar por muchas personas. Mis ojos son negros como el fondo del mar y brillosos como la luz que irradia el extenso y vasto sol. Mi piel es morena como la de una encina, mi piel es suave como la arena del mar, mi cabello está un poco desgastado como el pasto que no lo han podado. Soy muy feliz como una madre al ver a su pequeño bebe. Otra de mis cualidades es que soy muy protector, como el luna protege a las estrellas; así yo protejo a mis estrellas y solo vivo porque ellas brillan. Estoy acostumbrado a estar con la familia, como las rosas crecen junto a demás rosas y a pesar de que mueren, mueren siendo felices.


Guerrera
Michelle Amaya Esparza

Esta es una historia que ella jamás contó. Ha sido lastimada, utilizada y la han destrozado, pero ella quiere recuperar la luz que algún día le robaron. Todo el dolor y la verdad los toma como heridas de guerra. Hubo pena y confusión, pero ella nunca se rompió. Tiene cicatrices y heridas, pero nunca las verán porque es una sobreviviente y siempre los sabrán. 
Hoy es una guerrera. Es más fuerte que nunca. Tiene la piel más gruesa y en su armadura, que está hecha de acero, nunca nadie podrá entrar. Ahora es una guerrera y nunca más le podrán hacer daño. Hay una parte de ella que ya no recuperara: una niña que creció muy rápido.
Solo le bastó una vez para ser lastimada y ahora nunca va a ser la misma. Toma su vida de vuelta, hoy no queda nada más que pueda decir.
Hoy ella es mágica, pero única de la cabeza a los pies aunque a veces un poco tímida. Es lo que se ve: una voz, una canción. 
Hoy esa guerrera quiere retroceder el tiempo para escuchar su propio consejo y se diría: “Levanta la voz, grita.  Sé un poco orgullosa; eres hermosa, maravillosa y todo lo que quieras ser. Veme: yo soy tu futuro, soy feliz. Estoy llena de bendiciones, rodeada de personas maravillosas que nos quieren y también hay personas que no nos quieren tanto, pero todo será diferente si tú decides alzar tu cara y demostrar que vales más de lo que todos piensan”.


Como la Luna alrededor de la Tierra
Miriam Wendolin Manzano Mendoza

Soy como el tallo de una palmera, una palmera que con el paso del tiempo ha ido creciendo al ritmo de las flores en primavera.   Mi melena de caballo va por la vida moviéndose al compás de la música en Navidad. Soy como las olas del mar, como los astros en el espacio, como las estaciones del año.
Tengo la fortaleza de una piedra y la fragilidad de un cristal en pleno terremoto. El color melón es lo que más me distingue, combinado con el color del tallo de un árbol en un bosque oscuro y tenebroso.
Soy como una garza en verano, como un niño sin juguetes, como una mujer de treinta años sin marido, un cultivo de legumbres que se imagina como un cultivo de maíz, como un ensayo de Octavio Paz, como una mariposa aún en el capullo.
Tengo el cerebro del Albert Einstein. Soy como Frida Kahlo después del accidente, como una biznaga en otoño, como un león ante alguien que quiere dañar a sus crías.
Mi rostro tiene dos caminos que se juntan entre un puente en forma de resbaladilla. A los costados de este hay dos hermosos y traicioneros ojos de tigre, que con una sola mirada pueden descifrar los más sublimes y extraños sentimientos, tan inconstantes que no son fáciles de apreciar.
Tengo la risa de un pequeño en el parque, la voz de los pájaros por la mañana. Pongo cariño a todo lo que hago, como una niña que cuida a su muñeca.
Así soy yo, como un fantasma, como un turista en Cuautla con ropa del polo norte, como un pez en el agua, como dulces ante niños, como la pobreza de México para el mundo.

Yo
Yotzyry Edith Abarca Toledano

Quizás no me atreva, no porque las cosas son difíciles; ellas con difíciles porque no me atrevo. Soy tímida.
Caer y levantarme, llorar y reír, hoy sí, mañana probablemente no, fuerte pero también sensible. Las cosas que suceden: momentos, pérdidas, logros, sueños cumplidos, tristezas tienen un por qué para mí.
Soy comprensiva aún con las cosas por las que no he pasado y también más impredecible que los daños provocados por un tsunami gigantesco. La música me mueve y me identifico con algunas frases; una de mis favoritas es "detrás de mi sonrisa encontrarás cosas que nunca entenderás".
No le encuentro sentido a las mentiras y no entiendo por qué algunas personas te exigen sinceridad, pero se ofenden si dices la verdad. Cuando me encuentro tranquila, no enojada, puedo ser alegre y paciente, pero cuando me enojo soy todo lo contrario. Decir lo que siento a veces puede ser mi mayor problema.
Me gusta tratar a las personas como quiero que me traten y no me gusta darles la espalda a mis amigos. Día a día quiero ser mejor persona y aprender nuevas cosas, sonreír, disfrutar mi día, valorar lo que tengo y las personas que me rodean, vencer mis miedos y enfrentarme a nuevos retos, dar lo mejor mí. Vivo cada día como si fuera el último pero también el primero. No quiero morir sin antes haber hecho todo lo que me gusta.


Autorretrato
Vera Manzano

Puedes verla a lo lejos y verás su silueta rígida. Es como una máquina. Todo su exterior está hecho perfectamente para que pueda existir: tiene dos troncos fuertes seguidos de unos ratoncitos, sucios y maltratados por todas las aventuras, que le permiten andar; una estructura para mantenerse de pie y soportar golpes; tiene, incluso, artefactos para mitigar la comezón. No es necesario que hable, ya que si te fijas bien, podrás ver mucho de ella con todos los recuerdos que le dejó la vida en el cuerpo: los trazos pintados con crayola recordando todas sus caídas, las arrugas que revelan su alegría o su tristeza, su amor a las aventuras en aquellas manchas púrpuras, las marcas de su enfermedad y, sobre todo, todas las constelaciones que decoran su piel.
Mira a través de las cuevas que se ubican en su cara para ver de lo que realmente está hecha. Son sus lazarillos, satisfacen todos sus sentidos, comprobándoles qué es lo que toca, huele o siente. Son infinitas: no les verás final. Nunca terminarás de conocerlas, ya que cuanto más avanzas, más conoces de su inmensidad.
Al verlas, podrás darte una idea de lo que ocurre ahí dentro, dentro de esa máquina imperfecta. Hay un corazón harto del amor de revistas, una mente valiente que quiere saber, que quiere entender. Siempre quiere sentir, lo anhela. Quiere una caricia que le dé calor, una noticia que la ponga fría, un misterio que la haga perder la noción del tiempo… quiere existir.

                                                                    Autorretrato
Tania Irais González Mena

Tengo dos faros en la cara y por arriba de ellos dos pequeños azotadores bien delineados; una pequeña mancha de chocolate ubicada del lado izquierdo de mi rostro de perla, cerca de mi robusta y fina nariz. Más abajo se encuentran unos delgados fideos parlantes; mis manos son como las gotas de lluvia; mi pelo es un poco de noche con unos destellos de luz.
Soy Luna. Yo decido mostrarme dependiendo a la estación.
            Puedo ser una mariposa. Creo que volaré toda la vida, pero en realidad solo tengo un día. Puedo ser un camaleón que cambia cada color; también he sido un pequeño ratón.
            La vida cambia, y yo cambio con ella.
            Todo y nada, nada y todo. Eso es lo que soy. Siempre soy algo, pero a la vez no soy nada. Siempre busco encontrarme, pero al final me pierdo en el laberinto del tiempo; todo me pinta de un color y nada me pinta de todos colores, así que cuando me observo en el espejo no logro distinguir otra cosa más que una mancha.
            Cada vez que lloro, lloro con ganas. No importa si tiene sentido o no. No dejo de llorar hasta quedar como una peonia cortada semanas atrás.
            Cada vez que amo, me apasiono y no lo suelto, no lo suelto porque sé que lo amo.
            Mis besos son como el viento al deslizarse por las hojas en otoño. Casi no las toca pero al final las tira, las abraza, las lleva en una danza llena de deseos y sentimientos encontrados hasta que por fin llegan al suelo como una bailarina haciendo un échappé sauté.

2 comentarios:

  1. Me gusta ver lo que ustedes ven de si mismos y luego completarlos con lo que yo veo. Ahora los veo de otra forma... Estoy impactado, de verdad. Los quiero compañeritos, guerreros, estrellas, recipientes y todo lo que son y serán. Los quiero

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